Comunicación, justicia y transparencia

Comunicación, justicia y transparencia

Cuando reflexiono acerca de la importancia de la comunicación en los equipos, siempre se me vienen a la mente estas tres palabras. Comunicar cosas de una forma incorrecta es igual de nocivo que no comunicarse en absoluto. Estos tres preceptos son indivisibles para mi y constituyen la base de cualquier relación laboral.

  • Comunicación: Hemos hablado muchas veces en este blog acerca de la importancia de establecer unos canales de comunicación bien definidos y fluidos para mantener la motivación.

    Es muy importante que todos los miembros de un equipo puedan comunicarse entre ellos, con otros equipos o con sus superiores siguiendo cauces “oficiales” que refuercen su libertad de expresión y con los que se sientan seguros para hablar libremente.

  • Transparencia: En un equipo que funcione correctamente no debe haber secretos porque los secretos solo conducen al recelo y a la falta de confianza, y estos sentimientos repercuten directamente en el compromiso de sus miembros. Transparencia significa que toda la información debe estar siempre disponible para todos los miembros del equipo si la requieren.

    Esto no quiere decir que las nóminas de cada uno estén publicadas en un tablón de anuncios, pero sí que si alguien está preocupado por cosas que en un principio no tienen porqué importarle y pregunta por ellas (cómo va la empresa, por qué un compañero ha decidido despedirse), podamos responderle si tapujos. Al fin y al cabo, todos somos adultos y estamos en el mismo barco.

  • Justicia: Para mi, es una consecuencia lógica de los dos primeros preceptos. Tratar a la gente con justicia es la forma más sencilla y eficaz de que cada uno tengamos claro si estamos haciendo o no un buen trabajo y proporcionarnos herramientas para mejorar y sentirnos motivados en consecuencia.

    Esto implica la existencia de un sistema de recompensas y penalizaciones público y bien reglamentado al que todos los miembros del equipo puedan acudir para medir las consecuencias de sus decisiones de antemano.

Un ejemplo sencillo de la aplicación de estos tres principios es el de dos compañeros de departamento con la misma hora de entrada, 8:30.

Uno de ellos entra a trabajar a las 8 y el otro a las 8:30 todos los días porque tienen circunstancias diferentes.

Ambos salen de trabajar a las 18:00. En cierto sentido, es una situación injusta porque uno de ellos trabaja 30 min más que el otro todos los días. Si no manejamos correctamente esta situación, probablemente el compañero que llega antes a trabajar se sentirá estafado en algún momento.

Con comunicación, justicia y transparencia, los dos compañeros pueden estar informados de la situación del otro y, con toda seguridad, ambos coincidirán en el hecho de que el que entra primero debería recibir una bonificación.

Que se sea justo con nosotros y que se nos trate como adultos responsables, en definitiva es todo lo que necesitamos.

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