Las personas reaccionan para contrarrestar los cambios: Principio de Le Châtelier

Las personas reaccionan para contrarrestar los cambios: Principio de Le Châtelier

En realidad, este principio no tiene nada que ver con la gestión de equipos de trabajo, se trata de un principio químico derivado de la ley de conservación de la energía. Curiosamente, al leerlo por primera vez, no pude evitar trasladarlo directamente al ámbito del trabajo y la productividad.

El principio de Le Châtelier recibe su nombre de un químico francés del siglo XIX que, investigando acerca de los efectos producidos por los cambios en un sistema, llegó a enunciar este principio:

Si un sistema que en principio esté en equilibrio experimenta un cambio en la concentración, en la temperatura, en el volumen o en la presión parcial, variará para contrarrestar ese cambio.

Más o menos adaptado al asunto que nos interesa, que no es otro que la productividad personal, podríamos enunciarlo del siguiente modo.

Si una persona que en principio esté en equilibrio experimenta un cambio en sus prioridades, en sus circunstancias o en la presión a la que es sometido, esta se adaptará para contrarrestar el cambio.

Todo esto suponiendo, que nos guste la forma en la que vivimos y queremos mantener su esencia. Es lo que yo he denominado una rutina en equilibrio, una serie de costumbres que funcionan y nos hacen felices.

Fijaos que todos los motivos que he expuesto en este principio son exógenos, vienen impuestos por el entorno o las circunstancias vitales de cada uno. Las motivaciones endógenas tienen unos mecanismos que no creo que se ajusten a este enunciado.

Los seres humanos tendemos a vivir de la forma que nos resulte más fiel a nosotros mismos de forma natural. Si en una rutina más o menos óptima para nosotros introducimos algún cambio, no podemos pretender que esta rutina siga funcionando como lo ha venido haciendo hasta ahora, pero probablemente tampoco se vendrá todo abajo: nuestras costumbres cambiarán para contrarrestar este cambio.

Es decir, si acabo de tener un hijo o mi madre cae enferma, si tengo que mudarme de ciudad o mi horario de trabajo cambia, si tengo más trabajo del habitual o mi entorno familiar demanda más tiempo por el motivo que sea, mi rutina reaccionará para adaptarse al cambio porque, si fuera de otro modo, dejaría de lado cosas que hacen que mi vida funcione como yo quiero que funcione.

Puede que no sea de la noche a la mañana, probablemente sea incluso un proceso lento y poco meditado, pero la rutina se acabará adaptando para poder seguir sacando tiempo para estas cosas que consideramos necesarias. Quizás tengas que madrugar más para poder escribir, o tengas que leer en la cama después de que tu casa se quede en silencio en vez de por las tardes. Es posible que no puedas hacer deporte por las tardes y tengas que salir a correr antes de ir a trabajar…

En definitiva, lo que vengo a decir es que no está en nuestra naturaleza renunciar a las cosas que creemos que son necesarias y, para la gente que nos preocupamos por aprovechar bien nuestro tiempo, las rutinas productivas son importantes.

Nuestra vida sufre cambios constantemente pero la esencia de lo que somos permanece.

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