Merece la pena arriesgarse cuando sabes dónde te estás metiendo

Merece la pena arriesgarse cuando sabes dónde te estás metiendo

Nunca fui muy defensor de los préstamos rápidos, pero sorprendentemente mi visión ha cambiado en las últimas semanas y debo matizar mi opinión. El problema de verdad es el uso que hacen la mayoría de las personas las personas de los créditos rápidos.

El otro día me contaron la historia de un chico que ha abierto un negocio y se ha instalado en mi barrio. Un chaval marroquí, muy joven y hace tiempo trabajaba como temporero por el sur de España. A lo largo de los años, consiguió asentarse y encontró trabajo en una frutería. Era un empleo más cómodo y, como al parecer es muy trabajador y una persona honrada, le iba relativamente bien.

Conoció entonces a una chica de mi barrio y hace algo más de un año meses decidió irse a vivir con ella. Pero conseguía encontrar un nuevo empleo. Vió la oportunidad cuando vio el cartel de “se traspasa” en una frutería. No tenía ahorros pero sabía cómo funcionaba el negocio. Sabía cómo contactar con los proveedores, sabía lo que implica un trabajo de estas características y, sobre todo, sabía cuánto dinero se podía ganar con el negocio. Pero no tenía dinero y conseguir un crédito tradicional le resultaba prácticamente imposible.

¿Qué hizo entonces? Recurrió a un crédito rápido. Sabía que los ingresos una vez puesto el negocio en marcha superarían con creces las cuotas del crédito, solo necesitaba un capital inicial para arrancar. Este chico había calculado el retorno de su inversión y las cuentas cuadraban.

Como dijo Warren Buffet “Nunca inviertas en un negocio que no puedas entender”.

Y no se equivocó. A los pocos meses devolvió todo el crédito. Se ha hecho con una clientela habitual y parece que el negocio le va aceptablemente bien. Me alegro por él porque todo el mundo parece coincidir en que es una buena persona.

Este chico sabía lo que hacía. No pidió el crédito para comprarse una tele más grande o porque vivía por encima de sus posibilidades. No tenía una idea de startup y quería ver que tal funcionaba sin pensar en las consecuencias.

Lo pidió porque era un medio válido para alcanzar un fín específico y definido y sabía cómo recuperar la inversión rápidamente. Lo pidió porque tenía experiencia, sabía donde se estaba metiendo y sabía que sus posibilidades de éxito eran grandes. Utilizó un catalizador para aprovechar una buena oportunidad. Su historia, la verdad, me ha dejado muy impresionado.

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Ya hay 4 comentarios en este artículo. ¡Tu opinión me interesa!

  • Alberto Almoguera says:

    Muy buen artículo. Yo trabajé cerca de esos créditos y el problema venía cuando pides un crédito a tres años para pagar las vacaciones de este año… mmm… ¿y el año que viene no vas a querer ir de vacaciones? Era peligrosa la escalada del crédito.
    Pero usados con responsabilidad…

    • Daniel Grifol says:

      Eso es exactamente lo que quería transmitir Alberto. Una cosa es endeudarte para disfrutar de algo que no puede permitirte y otra es arriesgarte para hacer una inversión que no podrías hacer de otro modo.

  • Raúl Contreras says:

    Tal y como he oído en más de una ocasión, la deuda es como tener un arma cargada, será buena solo si sabes lo que haces. Y es que una cosa es pedir prestado para consumir, que es coger dinero del futuro, y otra es pedir prestado para producir, que posiblemente será invertir menos tiempo. Me alegro bastante con historias como estas la verdad.

    ¡Un saludo!

    • Daniel Grifol says:

      Gracias por tu comentario Raúl. me enfada muchísimo ver como la gente se endeuda para comprar cosas que no necesitan, pero la verdad es que esta historia me ha hecho pensar y me ha inspirado lo suficiente como para compartirla…

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