Motiva a tu jefe y hazte un favor a tí mismo

Motiva a tu jefe y hazte un favor a tí mismo

Los que leéis de vez en cuando mi opinión en estas líneas conocéis mi preocupación por la motivación. La motivación está en la base de todo lo que hacemos, es la gasolina que nos impulsa a hacer las cosas, el auténtico sostén de nuestra vida.

Esta fuerte convicción me ha llevado a escribir artículos de todo tipo acerca de cómo motivarnos a nosotros mismos, cómo buscar motivación en los demás, como ayudar a nuestros compañeros para que se mantengan motivados y, sobre todo, a como mejorar la motivación de los miembros de un equipo si tenemos algún poder de decisión sobre la forma en la que emplean su tiempo.

Sin embargo, nunca he hablado de motivar a nuestros superiores. No debemos olvidar que son seres humanos como nosotros y que son una pieza tan importante del equipo como el que más. Aunque muchas veces tengamos la percepción de que no podemos influir sobre ellos ni sobre su estado de ánimo, la realidad es que la eficacia de su trabajo depende directamente de cómo se sienta su equipo.

A fin de cuentas, los directores y coordinadores son gente sometida a mucha presión y con una movilidad laboral muy limitada, por lo que el riesgo de que su ánimo decaiga es importante.

Son roles que necesitan de una gran dosis de motivación y a la vez son los que pueden toparse con más dificultades para encontrarla. Ejercer de líder es un rol en el que no puedes permitirte altibajos emocionales y en el que debes afrontar muchos problemas con muchos orígenes diferentes. Eso que llaman la “soledad de la cima” no es un mito, allí arriba se debe sufrir bastante si has sido lo bastante torpe como para quedar aislado.

Igual deberíamos pensar en echarle una mano de vez en cuando, aunque sea por nosotros mismos, y mostrar nuestro lado más optimista y colaborador para obrar un cambio en el clima del equipo. Intenta mostrar entusiasmo ante las propuestas de tu superior. Intenta influir en su estado de ánimo felicitando su trabajo honestamente. Intenta hacer que se sienta integrado invitándolo a un café. Dale un periodo de gracia y no cuestiones todas y cada una de sus acciones.

Un líder también necesita una palmadita en la espalda de vez en cuando. Es mucho más sencillo trabajar en un lugar en el que el jefe está contento ¿verdad?

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