La implantación de sistemas para mejorar la productividad en un equipo siempre es un asunto complicado que requiere esfuerzo, dedicación y constancia.
Es lógico (y hasta deseable) encontrase cierta resistencia al cambio cuando se quiere cambiar la forma de trabajar. El proceso natural es aceptarlo, evangelizar, gestionar la resistencia al cambio y después empezar a implantar el nuevo sistema.
Pero no siempre llueve a gusto de todos. Siempre queda algún elemento recalcitrante que se resista a trabajar de una forma diferente. Una persona que no cree en estas zarandajas de sistemas de trabajo y reglas para una buena convivencia en la oficina. Son lo que llamaré «manzanas podridas».
Es esta gente que seguirá acudiendo a las reuniones tarde y sin prepararlas por mucho que hayamos insistido en la puntualidad y la eficacia. Los que seguirán bajando a tomar un café a los 5 minutos de entrar a la oficina en vez de aprovechar su hora de máxima productividad. Los que siguen interrumpiendo a sus compañeros cada 10 minutos con cosas que necesitan en vez de acumular varias peticiones y gestionarlas todas en el mismo momento. Son, en definitiva, elementos disonantes con el sistema implantado y que pueden tirar por tierra ellos mismos todo el trabajo que se hace con el resto del grupo.
¿Qué podemos hacer para acabar con estas «manzanas podridas»?
Presión de grupo
Si todo el equipo excepto la manzana podrida ha tomado la decisión de trabajar de una determinada manera, alentemos a que sea el propio grupo el que presione a la persona que se resiste al cambio para que se adapte a la nueva forma de trabajar.
Incentivos
Los sistemas de recompensas y castigos son aliados muy poderosos para cambiar la conducta de una persona en particular. A fin de cuentas, trabajamos para cumplir unas aspiraciones. Ayudemos a que la adopción de un nuevo sistema de trabajo más productivo sea percibido por la «manzana podrida» como un atajo para alcanzar sus metas.
Hablemos de tu a tu
Muchas veces no es un problema de actitud sino que es un problema de comunicación. Es difícil trasmitir determinados conceptos a personas que llevan muchos años trabajando de la misma forma. Debemos hacer un esfuerzo y hacer hincapié a título particular de los beneficios que conlleva el cambio de sistema tanto para el equipo como para el individuo.
Es imprescindible adoptar el nuevo sistema
Es un caso extremo, pero hay personas que se enrocan en sus viejos hábitos y no responden a la motivación ni a la comunicación. En este caso soy partidario, siempre como último recurso, de advertir que la adopción del nuevo sistema de trabajo es una decisión tomada en beneficio del equipo en general y de las personas que lo componen en particular, y que la persona que no quiera trabajar en pos del beneficio del equipo es reemplazable.
Ten siempre presente el dicho popular cuando tengas que gestionar una «manzana podrida»
Una sola manzana puede arruinar todo el cesto.
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