Aprovecha el impulso para alcanzar tus objetivos

Aprovecha el impulso para alcanzar tus objetivos

«Hacer que los soldados luchen permitiendo que la fuerza del ímpetu haga su trabajo es como hacer rodar rocas. Las rocas permanecen inmóviles cuando están en un lugar plano, pero ruedan en un plano inclinado; se quedan fijas cuando son cuadradas, pero giran si son redondas. Por lo tanto, cuando se conduce a los hombres a la batalla con astucia, el impulso es como rocas redondas que se precipitan montaña abajo: ésta es la fuerza que produce la victoria.»

Sun Tzu – El Arte de la Guerra

Ya lo dijo este general chino de hace más de mil años, no desvelo ningún secreto cuando digo que la motivación es un factor determinante en la consecución de cualquier fin. Es cierto que muchas veces sufrimos crisis de motivación cuando estamos inmersos en proyectos largos o procesos cíclicos que requieren un esfuerzo anímico continuado.

Para superar estos momentos y mantener la moral alta deberemos utilizar algunas de las técnicas de motivación que sabemos que mejor nos resultan a nosotros o a nuestro equipo. Sin embargo, para proyectos cortos, para sprints en proyectos de mayor calado (una técnica muy utilizada en las metodologías ágiles) o simplemente cuando atacamos un objetivo por primera vez, tenemos que aprovechar el impulso que nace de la propia naturaleza humana.

Por impulso me refiero a la motivación que nace de la emoción de tener una buena idea, de afrontar un nuevo reto, de ver de que somos capaces, de profundizar en cosas que crees que pueden ser interesantes, al impulso del cambio. De todas formas, no creo en la fuerza del impulso descontrolado.

Si lo pensáis fríamente la secuencia normal a la hora de acometer un nuevo proyecto es impulso->trabajo-reflexión->trabajo->necesidad de más motivación.

Significa esto que hemos dejado que la energía nacida del impulso inicial se desperdicie en un trabajo que normalmente está mal orientado por exceso de entusiasmo y falta de planificación. Esto es algo que ocurre mucho a la hora de vender proyectos de software.

Topamos con clientes muy ilusionados en tener una web nueva o una aplicación para el móvil, y a medida que se elabora un documento de trabajo con ellos y nos vamos adentrando en los detalles y recovecos de su idea, van perdiendo esta motivación y, en muchos casos, los proyectos se acaban estancando.

Sin embargo, si somos capaces de contener la euforia del impulso inicial hasta conseguir elaborar una secuencia reflexión->impulso->trabajo->reflexión->necesidad de más motivación, los ciclos de trabajo que tendremos al principio serán de más calidad y estarán más orientados a la consecución del objetivo, haciendo que sea mucho más sencillo cerrar el proyecto. Esto se consigue por ejemplo avanzando documentos de trabajo antes de reunirnos con el cliente o madurando una idea antes de presentársela a nuestro equipo.

Cuando pienso en motivación, siempre tengo presente el Principio de Pareto que dicta que el 20% de nuestro esfuerzo supone el 80% del trabajo (normalmente éste es el impulso inicial). Si conseguimos que este 80% suponga un hito suficiente como para considerar un objetivo como cumplido, habremos aprovechado el impulso sabiamente.

Es más fácil de aplicar de lo que parece, en realidad es una técnica que utiliza bastante gente. Por ejemplo, uno de los argumentos más sencillos que utilizan los entrenadores para motivar a los deportistas de élite en competiciones largas es que no importa lo que hayan hecho en los partidos anteriores, en esta nueva eliminatoria se lo juegan todo y no pueden fallar.

He conocido a auténticos maestros de esta técnica, que sabían cuando utilizar este tipo de motivación dividiendo el trabajo con habilidad y marcando hitos de forma muy inteligente. Combinando las pequeñas victorias con el aprovechamiento del impulso, he visto (y sufrido en mis propias carnes) como se reavivaba el entusiasmo de un equipo cansado por estar peleando durante demasiado tiempo por el mismo fin.

Supongo que, en cierta medida , este sistema tiene algo de gamificación. Esto es aplicable tanto a equipos de trabajo como a uno mismo, así que no dudéis experimentar en vuestras propias carnes antes de atreveros a motivar a vuestros compañeros.

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