Una de las cuestiones del funcionamiento de una empresa que más me ha costado entender es la importancia de los canales de comunicación para la correcta gestión del capital humano y su incidencia directa sobre la productividad.
Y es que tener trabajar en un proyecto interesante, con posibilidades de futuro y rodeado de buenas personas no sirve para nada si no se comunica de la forma apropiada. De otra forma, los compañeros se sentirán aislados y, por tanto, minusvalorados y faltos de confianza.
De hecho, hoy por hoy diría que establecer unos canales de comunicación óptimos es más importante que el método de trabajo en sí mismo. No importa si disponemos de una barca de remos o de una barca con diez motores fueraborda si no estamos remando todos en la misma dirección.
Sin entrar en valoraciones psicológicas, a nivel meramente operativo, la carencia de un flujo de comunicación óptimo deriva en una serie de problemas que fácilmente puede llegar a ser muy graves y lastrar la buena marcha de nuestro equipo:
- Falta de entendimiento:
La gente no comprende cual es la finalidad de su trabajo o cuales son sus responsabilidades, lo que deriva en conflictos internos y tensiones entre las diferentes áreas. - Falta de comprensión:
No se transmite correctamente cuál es el trabajo a realizar, lo que se traduce en un resultado muy alejado de las expectativas iniciales. - Falta de coordinación:
En muchos casos se diluye la responsabilidad y no queda muy claro quién está a cargo de qué, lo que lleva a duplicidades en las tareas o a dejar trabajo sin asignar. - Falta de compromiso:
En una empresa sin una buena comunicación la gente se siente desmotivada y alicaída, lo que hace que baje su productividad y fomenta una rotación alta en todos los puestos. - Falta de sinceridad:
Cuando alguien siente que no le están hablando con sinceridad o que no se le hace partícipe de la información que resulta relevante para el desempeño de su trabajo, suelen actuar del mismo modo.
No menosprecies el poder de unos canales de comunicación apropiados. Hay excelentes libros que ilustran cómo mejorar las habilidades en este sentido de las personas y las empresas, pero yo personalmente me aplico esta máxima:
Se honesto, trata a todo el mundo como si fueran amigos de dignos de confianza y probablemente, con el tiempo, se convertirán en amigos dignos de confianza.
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