Desde mi punto de vista, ser testarudo nunca ha sido un rasgo distintivo de las personas inteligentes. Que conste que no es lo mismo ser perseverante que ser testarudo. Alguien testarudo se golpeará una y otra vez la cabeza contra un muro antes de reconocer que se ha equivocado de camino. Mucha gente prefiere seguir conduciendo hacia el abismo antes de pivotar.
Sin ser tan extremistas, os invito a pensar en lo que nos ocurre a muchos cuando comprobamos que un negocio no funciona. Montamos una tienda pero nadie compra. Escribimos un blog pero nadie lo visita. Creamos un juego para navegador pero nadie juega.
Entonces decidimos consciente o inconscientemente que el negocio tiene un concepto estupendo, que son otras cosas las que van mal. La tienda no vende y metemos un montón de dinero en publicidad. El blog no lo lee nadie y hacemos esfuerzos titánicos por mejorar el SEO…
Pero a poca gente se le ocurre pensar que el producto que vende en su tienda online quizás no es el más apto para vender por en determinada zona porque el publico objetivo no es el adecuado. Y por supuesto, a muy poca gente se le ocurre pensar el por qué los clientes deberían comprar en su tienda si existen millones de tiendas más grandes y más baratas en la red.
A ningún ser humano le gusta reconocer que su blog no lo lee nadie porque los temas de los que habla no interesan al público.
¿Qué hacer cuando tu negocio no funciona? En algunos casos, es necesario hacer pivotar tu negocio para buscar un nicho de público diferente del que perseguías al principio. Quizás no debes ofrecer habitaciones de hotel en tu web, quizás debes ofrecer “experiencias románticas”. Puede que el producto que ofreces en tu tienda online no sea adecuada para el gran público, pero quizás otras webs más grandes que tú están interesados en comprarte a ti y revender tus productos. Puede que sea mejor colgar video en Youtube con ejemplos de cómo cocinar recetas y dejar de escribirlas en tu blog.
Muchos negocios han alcanzado el éxito después de pivotar y convertirse en algo completamente distinto de lo que fueron al principio. Nunca deberíamos subestimar el poder de reconocer que nos hemos equivocado.
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