Voy a entonar un mea culpa y compartir con vosotros lo que me ocurrió en mis últimas vacaciones.
Mi intención en los días libres que he tenido este verano era, como suele ser costumbre, desconectar completamente del trabajo y dedicarme única y exclusivamente a temas personales y familiares.
Soy un gran defensor de la necesidad de separar la vida laboral y la profesional, por eso estoy tan sorprendido de lo que ha ocurrido.
Yo trabajo con ordenadores. Mis aficiones principales son escribir, programar y los videojuegos, que curiosamente coinciden con lo que hago en mi trabajo. Vamos, que me he pasado medio agosto pegado a la pantalla del ordenador por gusto.
Aunque no he hecho nada relacionado con el trabajo, he estado realizando una actividad muy similar a la que hago habitualmente. Incluso he mantenido mis horarios para optimizar mejor el tiempo.
La conclusión es que técnicamente he descansado, pero en la práctica he seguido trabajando. Asunto peligroso para mantener mi salud mental y el amor por lo que hago.
Por suerte, aún tengo algunos días libres pendientes hasta final de año. En mis próximas vacaciones no volveré a cometer el mismo error. Desde luego buscaré tiempo para dedicarle a mis aficiones, pero me centraré en aquellas que implican pasar tiempo al aire libre o potenciar otras habilidades no relacionadas con el mundo de internet como pintar o jugar a juegos de mesa con mis amigos.
Desconectar en las vacaciones no significa sólo no ir a trabajar, sino que hay que dejar descansar el cerebro de las tareas con las que lo sobrecargamos normalmente y romper con la rutina.
Así que te aconsejo que selecciones un destino y lo exprimas al máximo consultando alguna guía sobre qué puedes ver allí durante tu estancia. Así no te preocuparás por tener que crear tú mismo la ruta que seguir. Por ejemplo, puedes consultar aquí qué ver en Budapest, o qué ver en Santorini. ¡Quizá sean tus próximos viajes!
Tampoco nos podemos olvidar de la música. Escuchar grupos nuevos o aquellos que nos evoquen recuerdos, como Ace of Base, puede ayudarnos a desconectar. Quizá se convierta así en la banda sonora de tus vacaciones.
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