A lo mejor recuedas de tus clases de historia el concepto de Despotismo Ilustrado acuñado por los reyes absolutos a finales del siglo XVIII y que se resume en esa frase tan famosa de «Todo por el pueblo, pero sin el pueblo».
Este concepto hacía alusión a una serie de élites políticas que habían resuelto que el bienestar del pueblo es el fin último de un gobernante, pero a su vez asume que el pueblo es demasiado inculto para saber lo que le conviene. Por eso, es mejor que personas preparadas gobiernen los destinos de la nación en vez de dejar que el pueblo exprese su voluntad. Vivirán mejor bajo la tutela de la gente que sabe de verdad lo que le conviene.
Ahora surgen como setas las empresas en las que lo más importante es el bienestar del trabajador. Leo a diario frases tipo «No intentes satisfacer a tus clientes, satisfaz a tus empleados y ellos lo harán todo por los clientes». No dudo que la voluntad de muchas de las empresas que existen hoy en día es conseguir sacar lo mejor de sus trabajadores haciendo que sean felices. Pero, ¿cuantas de estas empresas preguntan a la gente que trabaja en ellas lo que necesitan para ser felices?
La tónica habitual es que te pasan una encuesta de satisfacción de vez en cuando y, si tienes suerte, tu jefe directo te pregunta alguna vez qué tal estás, si estás contento y tal. Después, estas empresas implementan mejoras en las condiciones de los trabajadores paulatinamente, pero normalmente tomando como base la opinión de la directiva y no la que los empleados han expresado en su encuesta de opinión.Repito, no pasa en todas partes, pero es la tónica habitual.
Y es que este fenómeno se repite en todas partes. Hablo continuamente con amigos que me cuentan cosas como que su oficina es superchula, pero que no tienen salas de reuniones para hablar, que les dejan flexibilidad horaria absoluta pero ellos preferirían saber con certeza a qué hora van a salir de la oficina, que la empresa les ha pagado un maravilloso curso de «loquesea» pero ellos hubieran preferido un curso menos maravilloso de algo que consideran directamente aplicable a su trabajo.
A cualquiera que me pregunte, me encanta decirle que mis condiciones para ser feliz en el trabajo son muy claras. Como le doy muchas vueltas al tema gracias a mi blog, tengo muy definido lo que quiero:
- Cobrar por lo menos el precio de mercado por mi puesto. Que ninguno de los compañeros de la misma categoría con experiencia similar cobre más que el otro. Es lo que yo llamo justicia salarial.
- Poder conciliar lo más posible mi trabajo y mi familia. Si puedo reducir el tiempo de los desplazamientos a 0 (trabajando desde casa por ejemplo) mejor que mejor.
- Que mi opinión como experto en las áreas en las que trabajo sea tenida en cuenta antes de tomar una decisión sobre un tema.
- Tener tiempo para investigar sobre cómo hacer mejor mi trabajo y poder e implementar proponer solucionas.
- Reconocimiento por el trabajo bien hecho y críticas constructivas sobre mis errores.
A mi modo de ver, son relativamente sencillas. Pero como la tónica habitual en las empresas es no preguntar, pues me han ocurrido cosas como que una trabajome ha ofrecido un seguro médico excelente (que afortunadamente no necesito) o coche de empresa (que tampoco necesito). Cuando me han preguntado por qué me sentía desmotivado si la empresa hacía tantas cosas por mí (siendo verdad), mi respuesta atendía siempre a los 5 puntos que he expuesto anteriormente: «el señor que está sentado a mi lado es de mi promoción y cobra 3.000 euros más al año», «No se me permite trabajar desde casa ni un solo día», «Se prima el hacer cosas por encima del reflexionar sobre cómo se hacen las cosas»
Pero claro, la empresa es la que sabe que es lo mejor para sus trabajadores. El Despotismo Ilustrado en las empresas. Entiendo que hay compañeros que trabajan muy duro para motivar a los empleados, para conseguirles ventajas en uno u otro sentido, que se devanan los sesos por saber cómo pueden hacer felices a los trabajadores. Se que muchos profesionales de recursos humanos estaréis leyendo esto y agradezco vuestra labor. Pero si no se satisfacen las necesidades individuales de cada persona, la eficacia de vuestras acciones es muy limitada. Los trabajadores ya somos mayorcitos, nuestros managers deberían tratarnos como lo que somos, personas con inquietudes diferentes, y los directores de las diferentes áreas deberían entender que para una persona recibir una migaja de algo que necesita es mucho mejor que recibir una montaña de algo que no necesita.
Muy bueno, Daniel. Totalmente de acuerdo. Hay una frase que dice: «Los jefes prefieren empleados mediocres». Está en esta línea de trabajo del siglo XX a la que también te referieres en el artículo. El ser autónomo, en mi caso, me libera de toda la presión. Adelante con tu trabajo.
Muchas gracias por tu comentario Juan José. Desde mi experiencia personal, hay muchos jefes que quieren empleados con talento (expresión de moda, todo el undo quiere talento), pero luego quieren decirles cómo deben hacer las cosas :P
Una buena reflexión, ahora yo soy jefe y le pregunto a mis compañeros de trabajo (todo trabajan en casa) si les parece bien la idea de ampliar una horas mas la jornada laboral yo no estaba completamente deacuerdo pero lo sometimos a votación y solo una compañera dije que no los demás aceptaron, tu que opinas ?
Gracias por tu comentario. Tal y como no cuentas no tiene mucho que ver con el jefe sino con los compañeros XD
En estos casos, yo siempre he tendido a adoptar el consenso de la mayoría antes que mi propio interés. En os trabajos hay que crear una serie de marcos de convivencia en los que todos nos sintamos a gusto y es muy complicado aplicar medidas con un respaldo unánime.
Imagínate, si por mi fuera todos trabajaríamos de 7:00 a 15:00 de lunes a viernes. Pero claro, hay muchas personas en mi oficina con circunstancias diferentes, así que debo adaptarme a ellos.
Pero es solo mi opinión ;)