Feudos, esos pequeños pseudo reinos gobernados por noblecillos menores que parece que no tienen nada mejor que hacer que defender sus fronteras, guerrear con los noblecillos de los feudos adyacentes e intentar por todos los medios que nadie interfiera en sus asuntos, en algunos casos preocupados únicamente en conseguir el favor del rey.
Si habéis trabajado en una empresa de más de 5 personas seguro que sabéis perfectamente de lo que estoy hablando. Si, estoy hablando de esos personajes con los que todos nos hemos topado que tienen cierto grado de responsabilidad dentro de la organización, quizás un puñado de gente a su cargo y muy poco afán de colaboración.
Esos individuos que opinan que sus intereses, extendidos a su departamento, deben primar sobre los intereses del resto de áreas de la empresa. Esas personas que pocas veces tienen tiempo para ayudar a alguien que no esté relacionado directamente con el área que controlan y, en el caso de hacerlo, el favor es de tal que tendrás que reverenciar su magnanimidad.
No hablemos ya de empresas realmente grandes donde las disputas entre feudos son, literalmente guerras entre departamentos, con sus batallas, sus intrigas políticas, sus «asesinatos» corporativos. A los señores que controlan los reinos, los jefes de departamento, solo les falta llevar corona, capa y espada y hacerse llamar lord.
Si, quizás estoy sacando a pasear mi vena más amarga, pero no puedo comprender la falta de colaboración de personas que se suponen que deben ser aliados y no enemigos. La empresa es un ente en el que personas con funciones diferentes colaboran entre si para la consecución de un bien mayor, que normalmente es el poder subsistir y, en último término, hacer ganar dinero a alguien en el proceso.
Soy el menos sospechoso de estar siempre pendiente de los demás. Como buen adepto a la productividad personal digo «no» con frecuencia, paso largos periodos del día enfrascado en mis tareas y no creo en la holocracia (Lo siento Jeroen, lo intento pero sigo sin creer). Nada de esto significa que no pueda escuchar a un compañero y ayudarle si está en la medida de mis posibilidades y parece algo razonable.
No voy a hablar de la importancia de mantener un buen clima laboral, que podría. No voy a hablar de lo crítico que resulta trabajar como un equipo, remando todos en la misma dirección. Hoy voy a apelar a los sentimientos más ególatras y egoístas de los noblecillos que dirigen los feudos.
Si yo no puedo desempeñar bien mi trabajo lo más probable es que a la larga los dos nos quedemos sin trabajo,
Los feudos son posibles por una sencilla razón, porque existe el poder. Las estructuras burocráticas son estructuras formales de poder. Para que desaparezcan los feudos, el poder debe ser reemplazado por la autoridad. El poder te lo da alguien mientras que la autoridad te la tienes que ganar tú. El problema es que quienes otorgan poder lo hacen generalmente en beneficio propio. Por eso hay tanto capullo con poder y sin embargo no hay ninguno con autoridad ;-)
Por cierto, tampoco creo que la holacracia sea la solución… En absoluto.
Abrazo!
Estoy completamente de acuerdo con tu comentario. Es más, las personas que solo dependen del poder mismo para ejercerlo tiende a explotarlo para hacer ver que son personas importantes, cuando en realidad lo importante son los poderes con los que han sido imbuidos sea quien sea el que los ejerza.
El respeto y la autoridad es algo que requiere tanto tiempo que pocas veces me lo he encontrado en mi mundo laboral, que es muy acelerado y con proyectos muy específicos. Tiempo al tiempo, ya se asentará esta nueva forma de trabajar.
Un abrazo!