Nunca había recibido tantas preguntas sobre cómo facturar si ya trabajas por cuenta ajena, sobre como darse de alta cómo autónomo, qué ocurre con los impuestos cuando cambiar varias veces de trabajo en un año o pidiéndome ejemplos para saber si debes cotizar o no. Por supuesto, esto tiene una explicación.
Este año se está produciendo u fenómeno curioso. Parece que la economía se ha despertado finalmente y que, por primera vez en tiempo, en algunos sectores existe más oferta de puestos de trabajo que demanda. En concreto, en programación, estoy viendo como amigos míos cambian de trabajo 4 o 5 veces al año persiguiendo cada vez mejores condiciones laborales. De hecho, compañeros míos me dicen que hay grandes empresas de consultoría que están contratando gente por el simple hecho de ser ingenieros o matemáticos.
Si amigos, matemáticos. Yo dejé la carrera de matemáticas hace 15 años porque no le veía salidas profesionales atractivas y resulta que ahora los trabajos que más me llaman la atención (Business Inteligence, Analisis Big Data, Machine Learning…) los ejercen titulados en matemáticas. Me estoy planteando seriamente el volver a estudiar…
La cuestión es que las empresas están teniendo grandes problemas para captar y retener talento. Diría que más que nunca desde que yo empecé a trabajar. Esto está suponiendo un terrible quebradero de cabeza para los departamentos de recursos humanos, que están viendo cómo aplican muchísimo esfuerzo en captar un perfil muy demandado solo para ver cómo la persona que han contratado decide abandonar la empresa pocos meses después.
Todo esto responde a una evolución «natural» del mercado laboral en España. Desde mi punto de vista, este fenómeno es consecuencia de varias causas.
La cultura del knowmad
La gente ya no se siente especialmente vinculada a la empresa ni al proyecto. Ya nadie espera tener un trabajo que dure 10 o 20 años. Los menores de 40 años estamos acostumbrados a cambiar de empresa cada pocos años y no tenemos miedo a afrontar nuevos retos. De hecho, nos estimula. Saltar de un proyecto a otro para aprender nuevas cosas, incluso si tiene poco que ver con tus trabajos anteriores, es una seña de identidad de mi generación.
La política del trabajador recurso
En concreto, en España siempre existió una cultura del utilitarismo en la que se utilizaba al trabajador como un recurso sin prestar demasiada atención a sus circunstancias particulares. Cada uno tenía una misión que cumplir y se esperaba que la realizara del mismo modo durante un periodo indeterminado de tiempo, sin atender a estados de motivación, opiniones ni otras razones. Al no ser escuchados, los trabajadores tendían a abandonar estos empleos cíclicamente. Al estar el mercado laboral más activo, este ciclo se ha activado.
La falta de conciliación entre trabajo y vida personal
La empresa tradicional tiene un horario tradicional. La startup española, en la gran mayoría de los casos, tiene un horario tradicional. Esto implica más o menos un horario de 9 a 18 en el mejor de los casos. Antes esto estaba más o menos aceptado por todo el mundo, pero ahora empieza a generalizarse la opinión de que es posible trabajar de otra manera. Se puede teletrabajar, no es necesario estar sentado en una mesa solo para que te vea el jefe (o el cliente) trabajar físicamente. Está de moda el trabajo por objetivos, por lo que en muchas profesiones el horario en sí carece de sentido mientras en objetivo se alcance en los plazos fijados.
El mercado global
Ya casi todo el mundo que ostenta un puesto cualificado se desenvuelve bien hablando inglés. Nos hemos acostumbrado a viajar entre naciones sin fronteras, en que en todos los países de nuestro entorno puedas comer casi las mismas cosas y consumir los mismos productos. Somos ciudadanos de una aldea global y trabajadores a la caza de un empleo en un mercado laboral global. Tengo compañeros trabajando en la mitad de países de europa por unos sueldos mucho más competitivos que en España. Como la falta de trabajadores cualificados es un problema que afecta a muchos otros países, el efecto que produce es que agrava los problemas de las empresas españolas para captar talento.
Los millenials ya somos mayorcitos
No me gustan mucho las etiquetas generacionales, pero define un poco lo que quiero explicar ahora. Las primeras personas que nos consideramos «nativos digitales» y que hemos pasado gran parte de nuestra vida conectados a internet ya superamos la treintena. Tenemos una vida adulta, tenemos puestos de responsabilidad, ya nos hemos fogueado en varios trabajos, algunos somos padres… Y llevamos en los genes una serie de rasgos generacionales distintos de la generación de nuestros padres como que la vida privada y la familia son más importantes que el trabajo, que fracasar o cambiar de opinión no es una tragedia, que el mundo es muy pequeño. Estos rasgos chocan bastante con las reglas de la empresa tradicional, lo que hace que nos movamos buscando un puesto de trabajo más acorde con nuestros valores.
Es un análisis muy por encima del problema, pero creo que los profesionales debemos reflexionar profundamente sobre este fenómeno que, lejos de resolverse por sí mismo, apunta a que va a agravarse en los próximos años.
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