Cuando hablamos de cómo entrar en un estado de concentración o como gestionar nuestro entorno para que nos permita concentrarnos, nos olvidamos de que nuestra capacidad cerebral es finita.
Es absolutamente imposible mantenerse completamente concentrado todo el tiempo. De hecho, es absolutamente imposible mantenerse medianamente concentrado la mayor parte del tiempo.
Esto significa que, fisiológicamente, disponemos de un periodo de tiempo limitado en el podemos utilizar nuestra capacidad cerebral al máximo. La clave pues no está en mantenerse concentrado durante un periodo prolongado de tiempo, sino en aprovechar al máximo los momentos en los que conseguimos estar completamente enfocados.
Debemos conocer a fondo los tempos de nuestro entorno y las horas en las que somos más productivos para hacer coincidir nuestros periodos de concentración máxima con los momentos en los que podemos sacar adelante una mayor cantidad de trabajo.
Incluso aunque seamos capaces de mantenernos concentrados durante periodos de tiempo muy prolongados durante muchos días seguidos, la fatiga aparecerá tarde o temprano. Podemos hacer un esfuerzo puntual mientras estudiamos para un periodo de exámenes por ejemplo, pero no podemos esperar mantener este rendimiento durante todo el año.
No debemos engañarnos a nosotros mismos pensando «si esta mañana he estado muy concentrado 3 horas, esta tarde debería hacer lo mismo». Es posible que no consigamos alcanzar el mismo estado mental de nuevo el mismo dia. En realidad, deberíamos alegrarnos de haber dispuesto de 3 horas de concentración y estar preparados para aprovechar esta coyuntura si se da de nuevo.
Mi consejo es que tratéis la concentración como un recurso finito y no almacenable, tal y como hacemos con el tiempo, y que aprendáis a a gestionarla de forma inteligente. Si no lo hacemos, empezarán a surgir problemas como que cada vez nos resultará más dificil volver a concentrarnos, fatiga mental o el temido síndrome del «burnout».
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