Existe un concepto muy claro para la gente que estamos concienciados con la importancia de la productividad personal y la aplicación de métodos como GTD que es que es necesario liberar espacio en la mente para poder utilizarla a plena potencia.
En otras palabras, la parte de tu cabeza que está pensando en qué debes hacer y cuándo lo debes hacer no está pensando en lo que estás haciendo. Cuando no tienes horarios estables, tenemos que prestar atención a nimiedades que no tendrían importancia si estuvieran establecidos como rutinas.
Por horarios estables entiendo cosas tan sencillas como levantarte siempre a la misma hora, una hora fija para empezar a trabajar en el caso de que tu horario sea flexible, comer siempre entorno a las 14:00 pase lo que pase, acostarte siempre a una hora razonable o establecer unos días en los que es factible salir a cenar y otros en los que no. Tampoco hace falta ser muy estricto con estos horarios, pero deberían servir de base para establecer mejoras.
Parece una reflexión baladí, pero puedo asegurar que a mucha gente le ocurre. Yo siempre digo que el día que empecé a ser más productivo fue el día que decidí que tenía que dormir todos los días en mi casa y antes de las 12 (entonces era estudiante y mis horarios eran poco menos que inexistentes)
La relación entre horarios estables y productividad es especialmente clara cuando observamos la productividad personal como una mejora en los procesos productivos que componen nuestra vida. No hay ninguna duda en que el secreto para mejorar nuestra forma de hacer las cosas pasas por establecer unos hábitos de vida saludables y productivos. Y para poder establecer hábitos, lo más recomendable es englobarlos en el marco de una rutina diaria o semanal.
En realidad no estoy hablando de nada nuevo, no es más que la aplicación de Kaizen a nuestra vida personal. La mejora de la productividad de una empresa pasa por la identificación y mejora de los procesos productivos. Para un individuo, crear una rutina y unos hábitos entorno a ella es establecer procesos productivos personales que podrán refinarse o cambiarse con el tiempo.
No todos tenemos horarios de oficina, es verdad, pero no debe servir de escusa para no establecer nuestros propios horarios. Si viajas mucho o pasas mucho tiempo fuera de tu casa es especialmente importante establecer una pautas que sirvan para mantener cierta estabilidad, como levantarse siempre a la misma hora o leer antes de dormir.
Incluso aunque ya tengamos una rutina diaria o semanal bien establecida, podemos ir más allá. Yo por ejemplo tengo una rutina de comidas mensual, lo que me evita tener que pensar que voy a comer o cenar cada día, me ahorra mucho tiempo tanto a la hora de hacer la compra como a la hora de cocinar y me ayuda a tener una alimentación rica y variada, lo que a su vez me ayuda a trabajar mejor.
Soy un firme defensor de la rutina. No todas las facetas de nuestra vida la admiten es cierto, pero el manejo de horarios estables es fundamental tanto para la creación de hábitos como para liberar nuestra mente del peso de tener que prestar atención al momento en el que tenemos que hacer las cosas.
necesitamos rutinas por cuestiones mentales más que nada. no es que ahora «tenga que trabajar» sino que ahora «es cuando yo trabajo». algo tan simple como ese cambio de percepción ayuda increíblemente a ponerse al teclado (o a lo que sea) y ser productivos. Con la ventaja de que, si lo hacemos, en el 99% de los casos vamos a terminar nuestro tiempo de trabajo y disfrutar más de la vida porque no hay barreras borrosas entre ocio y negocio.
Tienes toda la razón. No hay nada peor para ejecutar las tareas con eficacia que trabajar sin descanso y sin horarios.