En las últimas semanas hemos hablado mucho acerca de los pasos que son necesarios para la implantación de una herramienta de gestión de proyectos en una empresa.
Desde el primer momento, he recalcado que no debemos confiar en que la implantación de la herramienta en sí vaya a ser la solución a nuestros problemas. Las herramientas no tienen sentido sin un contexto que las soporte. El cambiar el modelo de gestión de proyectos para adaptarse a una nueva herramienta no tiene ningún sentido si no va acompañado por un cambio de cultura empresarial.
Hace unos meses la directora de recursos humanos del grupo al que pertenece mi empresa dijo una frase que me llamó mucho la atención. El grupo en el que trabajo cuenta con miles de empleados en decenas de países y está sumergido en un profundo cambio de cultura empresarial.
“Los procesos de cambio de cultura en una empresa son muy largos y muy frágiles”
Es decir, no podemos esperar que todos nuestros equipos adapten su forma de pensar a las nuevas herramientas de la noche a la mañana. Tendremos que saber cómo gestionar el cambio, detectar los puntos débiles y superar muchas dificultades a lo largo de varios meses.
También son muy frágiles. Quiere esto decir que son muy susceptibles a fracasar por fenómenos como la falta de confianza, el desánimo, la falta de motivación…
Es importante tener en cuenta que el proceso de implantación de una herramienta de gestión de proyectos no termina en la instalación de la herramienta y la formación a los diferentes equipos, es necesario diseñar un plan a medio plazo y establecer un seguimiento del estado de la implantación durante varios meses después.
Y con esto terminamos la serie dedicada a la implantación de una herramienta para la gestión de proyectos en una empresa. Espero que os haya resultado interesante. A mí me ha resultado útil porque estas reflexiones son las que nos ha llevado a diseñar el proceso en mi equipo ;)
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