La transparencia entre los diferentes miembros de un equipo y unos cauces de comunicación definidos y fluidos son fundamentales. La falta de comunicación genera incertidumbre, que es un cáncer que devora poco a poco la cohesión de un grupo.
Y es que no hay nada peor para un trabajador que no saber que va a ocurrir con su futuro en las próximas semanas. No es solamente una cuestión de pérdida de foco, que también constituye un problema importante, sino es una cuestión de moral.
Por qué va a esforzarse alguien en su trabajo si no tiene claro cuál será su objetivo. Es más, por qué va a esforzarse alguien sin la certeza de que ese esfuerzo servirá para algo. Incluso aunque la profesionalidad se imponga, es difícil gestionar el día a día sin distraerse con estos pensamientos.
La incertidumbre puede ser provocada porque los responsables de tomar las decisiones conscientemente privan a los implicados de la información necesaria o fortuita, porque los responsables no comunican de forma apropiada las decisiones que van a adoptar. En cualquiera de los dos casos, la existencia de rumores y retazos de información sesgada puede ser más perjudicial incluso que la ignorancia absoluta.
Lo más incómodo en este caso es que, al existir retazos de información y una comunicación deficiente, no podemos elaborar planes basados en una previsión de futuro y este vacío tiende a llenarse de conjeturas y opiniones.
Las conjeturas llevan a la gente a tomar decisiones equivocadas en momentos claves y a sentirse decepcionados si no se cumplen sus expectativas.
Las opiniones generan ruido en el funcionamiento de los equipos y pueden provocar discordias y conflictos donde no tiene sentido que existan. Los cauces de comunicación quedan entonces definitivamente rotos.
La incertidumbre además genera miedo al cambio. No me refiero únicamente a casos extremos en los que se anuncia un Expediente de Regulación de Empleo y no sabes si vas a ser despedido o no en las próximas semanas. Me refiero a cambios en atribuciones, en el organigrama de la empresa o a traslados. El miedo hace que nos pongamos a la defensiva y es una de las principales causas de la resistencia al cambio.
Si tienes poder de decisión y debes implementar un cambio que afectará a varias personas, muéstrate dialogante y comunicativo y proporcionales toda la información que necesiten o guárdate tu decisión, implicando al menor número de gente posible, hasta que todos los cabos estén atados. Evita a toda costa generar incertidumbre porque esta puede llevar a la desintegración de tu equipo.
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