Mis circunstancias laborales me están haciendo darle vueltas de nuevo al tema de la metodología Lean y la gestión de la incertidumbre, sobre la que aprendí muchas cosas en el pasado que después me han sido muy útiles a lo largo de mi vida.
De nuevo tengo esa sensación de que la gente a mi alrededor está haciendo un gran esfuerzo por avanzar en una dirección desconocida y en el ambiente reina ese sentimiento ya conocido de que queremos lanzar un nuevo producto aplicando todo nuestro saber hacer y todas nuestras buenas ideas para crear algo fantástico.
Por desgracia, la realidad nos ha enseñado muchas veces que entre lo que tu consideres un producto perfecto a lo que tus clientes están dispuestos a comprarte hay un salto que para muchas empresas son insalvables. ¿De verdad nos podemos permitir pasar seis meses creando algo para que luego nadie lo compre?
Es aquí donde entra de lleno la estrategia Lean Startup. Si no tienes muy claro cual es el camino que debes tomar, no esperes a recorrer 200Km antes de pararte a mirar si vas en la dirección correcta. Es mucho más sencillo avanzar unos cientos de metros hasta la cima más cercana, otear el horizonte, ver que vas por buen camino o variar tu rumbo para poder llegar a tu destino y seguir avanzando.
Esto es justo lo que nos proponen las técnicas Lean. Lanza un producto vendible pero con las mínimas funcionalidades posibles en un plazo lo más reducido posible. El objetivo en las primeras fases no es vender lo más rápido posible, es aprender lo que tus clientes esperan de tu producto lo más rápido posible. Escucha que piensan de tu producto, atiende a sus peticiones y fíjate en lo que están dispuestos a comprar.
Este Mínimo Producto Viable será tu brújula cuando tengas que tomar decisiones sobre que necesita tu producto. Deja que sean tus clientes, que a fin de cuentas son los que van a comprar los productos que puedas lanzar, lo que te digan que necesitas. Tu solo tienes que estar preparado para dárselo.
El foco no está entonces en tener ideas geniales o un modelo de negocio estudiado con años de perspectiva, está en la capacidad de aprender y de adaptarse rápidamente, en tener la infraestructura apropiada para sacar jugo a ese conocimiento con la menor inversión posible y en tener un equipo que pueda jugar con todos estos factores y tenga claro que la calidad de su trabajo no la determinan ellos sino el cliente final que compra lo que han creado.
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