Ley de Jante y trabajo

Ley de Jante y trabajo

Existe una parcela de la ética en el trabajo que trata de la forma en la que nos relacionamos con nuestros compañeros y que es tan importante como el trabajo en sí mismo.

La mejor manera de relacionarnos es, sin lugar a dudas, ser nosotros mismos. Siempre y cuando seamos personas con cierto respeto por los demás por supuesto. El respeto es la base de las relaciones personales.

Investigando sobre el tema, llegué a un interesante decálogo de normas a seguir precisamente para perseguir este fin, denominado Leyes de Jante.

En realidad, son una serie de recomendaciones hechas por un novelista sueco que constituyen un código de ética ficticio sin ninguna base científica ni filosófica, pero no por ello dejan de ser interesante.

  1. No debes pensar que tú eres especial.
  2. No debes pensar que tú estás a la misma altura que los demás.
  3. No debes pensar que tú eres más listo que los demás.
  4. No debes pensar que eres mejor que los demás.
  5. No debes pensar que sabes más que los demás.
  6. No debes pensar que eres más importante que los demás.
  7. No debes pensar que eres bueno en nada.
  8. No te rías de los demás.
  9. No debes pensar que preocupas a los demás.
  10. No debes pensar que tú puedes enseñar algo a los demás.

Principalmente, lo que podemos aprender de este código aplicándolo al ámbito laboral es que no debes pensar que eres mejor que los compañeros que te rodean. Y, del mismo modo, no debes pensar que los que te rodean son más importantes que tu.

Todos podemos dar lecciones a los demás en algo, todos tenemos defectos de los que reírse y todos tenemos puntos fuertes y débiles. Tu eres un ser humano exactamente igual que los demás, ni mejor ni peor.

Me hizo gracia cuando leí la Ley de Jante porque en España existe un dicho que dice que “En España hay 40 millones de seleccionadores nacionales”, refiriéndose a la selección de fútbol. Esto quiere decir que en nuestra cultura, existe una cierta tendencia a creer nosotros podríamos hacer mejor trabajo que otra persona si estuviéramos en su lugar.

Aunque no deja de ser un código ficticio, tener presente la Ley de Jante puede ayudarnos a recordar que desde fuera las cosas parecen mucho más sencillas de lo que son en realidad.

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