Este es uno de los interesantes momentos en los que la biología se intenta mezclar con el mundo de la productividad personal, por otra parte, un mundo tradicionalmente mucho más ligado a la psicología en general.
Es importante señalar que es un principio absolutamente falso desde un punto de vista científico, pero como he leído bastante sobre el en otros blogs e incluso en algunos libros, me gustaría comentarlo.
La Ley de los Ritmos Biológicos surge a finales del siglo XIX cómo un intento de dar respuesta a la creencia popular de la existencia de ciclos determinados por cartas astrales y la existencia de días de la suerte.
Durante estos años, varios estudios llevados a cabo por los científicos Wilhelm Fliess, Hermann Swoboda y Alfred Teltscher determinaron lo siguiente:
Cada persona está sometida a múltiple ritmos biológicos que deben ser tenidos en cuenta para la programación de nuestras actividades.
Durante los años 70, de la mano del bioritmista Bernard Gittelson, se popularizó su uso en Estados Unidos. De hecho, durante mucho tiempo se hicieron estudios de bioritmos en grandes compañías para posibles mejoras de la productividad y, sobre todo, para evitar errores humanos.
Realmente es una teoría que no se sostiene desde el punto de vista científico. Los estudios realizados tienden a ofrecer los resultados que se estaban buscando desde el principio en vez de los datos reales. Todos los estudios que demuestran la existencia de ritmos biológicos que determinan nuestro grado de atención adolecen de graves errores de procedimiento.
En 1998, el reputado neurólogo Terence Hines elaboró un estudio en el que se demostraba definitivamente la no existencia de ritmos biológicos, por lo que desde un punto de vista estrictamente científico debemos considerar falso el principio conocido como comúnmente como Ley de Swoboda.
No confundamos los bioritmos con la existencia de ritmos fisiológicos y hormonales, que ciertamente existen pero no forman parte de la teoría de los bioritmos.
La conclusión es clara. No hay ningún factor periódico desde el punto de vista científico que nos indique que un día estamos neurológicamente más o menos activos que otro.
Este principio comúnmente aceptado por algunos compañeros en el campo del estudio de la productividad personal no debería ser tenido en cuenta.
Deja un comentario ¡Tu opinión me interesa!