Planificar un proyecto en detalle es imposible. Es cómo intentar ver el futuro. Esto es así. No le des más vueltas.
Después de toda la experiencia técnica de la humanidad, aplicar nuestra inteligencia individual y colectiva a potentes máquinas que realizan cálculos por nosotros, todo lo que hemos aprendido es que los planes nunca se cumplen.
¿Has trabajado alguna vez en un proyecto de más de una semana que esté bien estimado? ¿Conoces alguna obra medianamente compleja que se haya entregado en la fecha pactada? ¿En tu vida las cosas suelen salir tal y como imaginas que saldrán?
Te lo dice alguien que ha sido un auténtico fanático de la planificación: hacia eso orienté mi carrera profesional y ese ha sido mi punto fuerte durante muchos años de mi vida.
Empecé haciendo planes detallados. A medida que iba aprendiendo que no se cumplían nunca, fui añadiendo una variable de incertidumbre cada vez mayor hasta que gran parte del tiempo estaba reservado para imprevistos.
Un buen día, descubrí el método de gestión de listas de tareas, muy parecido a Getting Things Done, y mi forma de trabajar fue alejándose cada vez más de la forma en la que gestionaba los proyectos.
Entonces entraron en mi vida las metodologías ágiles y todo cambió. Los proyectos dejaron de tener planificaciones formales para tener “listas” y “definiciones” más o menos vagas dependiendo de la fase del proyecto. Pasé de hacer planificaciones previas al proyecto que duraban semanas y a ejecutar durante meses a elaborar planificaciones que duraban unos pocos días y a pensar contínuamente cuales eran los pŕoximos pasos a dar.
¿Por qué entonces nuestra forma de trabajar sigue dominada por los paradigmas clásicos de planificación empresarial, cuando ha quedado claro que las metodologías ágiles son mucho más cercanas a la realidad?
Lo primero de todo, porque nadie nos ha enseñado a hacerlo de un modo diferente. Si no sabes que hay una forma disinta de hacer las cosas, es muy complicado que saques los pies del tiesto y te pongas a innovar.
Lo segundo, los managers tienen miedo. Mucha gente en grandes empresas sabe que existe, pero como les ha ido más o menos bien hasta ahora y consideran que la incertidumbre no es algo aceptable para un cliente, prefieren hacer las cosas como siempre y seguir engañándoles con planes que nunca se cumplen.
Lo tercero, existen muchos intereses creados. Hay toda una poderosísima industria e innumerables redes dentro de las grandes corporaciones sostenidas por los paradigmas clásicos de la planificación. Es un modelo que mueve ingentes cantidades de dinero de forma ineficiente, pero que llena los bolsillos de los planificadores y, de momento, parece cumplir con las expectativas del cliente. Pero claro, nada dura para siempre.
Si eres de los que hacen esquemas de lo que va a ocurrir la semana 1, la semana 2 y la semana 3, es hora de que empieces a pensar de forma diferente. Te aseguro que te ira mejor.
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