Hace unos meses un compañero de trabajo, un hombre sabio que se las ha visto de todos los colores y amante de las expresiones y las frases hechas, me soltó esta perla de Abraham Lincoln:
“Si Dispusiera De Ocho Horas Para Cortar Un Árbol, Emplearía Seis En Afilar El Hacha”
Es una frase realmente profunda que condensa la forma de ver la vida de un hombre que llegó a convertirse en uno de los estadistas más grandes de la historia y que automáticamente me recordó una de las lecciones más valiosas que aprendí del fantástico libro “El Arte de la Guerra” de Sun Tzu
“Ganar cien victorias en cien batallas no es el colmo de la habilidad. Dominar al enemigo sin luchar es la cima de la habilidad.”
En realidad, las dos frases se refieren a lo mismo: lo importante no es conseguir sacar adelante tus tareas y cumplir tus objetivos a base de horas, de esfuerzo y de un uso indiscriminado y excesivo de recursos.
Lo realmente importante es anticiparse. Es más importante emplear tiempo en preparar las herramientas, en adquirir los conocimientos y en configurar un escenario propicio para acometer las tareas antes de que estas se presenten que la propia realización de las mismas.
El caso de cortar un árbol que expone Lincoln es un ejemplo magnífico. Quizás sin afilar el hacha tardes 5 horas en cortar un árbol. Sin embargo si empleas 4 en afilar el hacha y 2 en cortarlo, es cierto que tardarás más, pero cuando tengas que cortar dos árboles no tardarás 10 horas (5+5) sino 8 (4+2+2) y en cortar 3 la diferencia será aún mayor (15 frente a 10)
Para alguien cortoplacista, puede parecer un desperdicio emplear tanto tiempo en preparativos, pero esta inversión de tiempo y esfuerzo se ve amortizada rápidamente en el medio plazo.
Por eso, en el trabajo hemos acuñado el término “afilar el hacha” para referirnos a los periodos en los que estamos perfeccionando las herramientas que harán que podamos ejecutar más trabajo en menos tiempo.
Comento una anécdota de unos años atrás: mis colegas me inscribieron para una pequeña competencia de ajedrez. En aquel entonces nunca había tocado una sola pieza del juego-ciencia.
Por suerte, un buen señor entendido en dicho juego me dió las primeras lecciones: me hizo aprender las reglas básicas, los movimientos básicos y memorizar una docena de aperturas. Yo, joven, ansioso no entendía para que memorizar esas aperturas sino jugar directamente. La respuesta del noble señor fue: el tiempo que ahora pierdes memorizando te ahorrará tiempo (valga la redundancia) en los futuros juegos.
Y si, ahora, cerca de mis 40, valoro eso,
Saludos
Eso que dices de joven y ansioso es completamente cierto. Utilizar este principio requiere una cierta visión estratégica que normalmente no se tiene cuando eres joven.
Muy buena reflexion Daniel! hay que poner atencion a la planificacion.
Gracias Alejandro!
La verdad es que no me refería concretamente a la planificación. Yo apenas creo ya en la planificación y, como yo, muchas de las personas metidas en este mundillo. Esto ha provocado un gran auge de las metodologías ágiles.
Lo que quería decir es hay que ser capaz de mirar un poco más allá e identificar las tareas que parecen una inversión demasiado costosa en un corto plazo pero a largo plazo resultan muy productivas.