Este es el nivel supremo de la procrastinación. El nivel más peligroso de procrastinación y del que tenemos que estar más pendientes. La procrastinación de la persona que no quiere procrastinar. Un peligro frecuente y de consecuencias catastróficas.
Suponemos que somos personas profesionales y comprometidas. No desperdiciamos nuestro tiempo, lo gestionamos. No nos ponemos a leer el periódico nada más llegar al trabajo si hay cosas más importantes que hacer. Y, por supuesto, siempre hay cosas más importantes que hacer.
Pero si caemos en la trampa del autoengaño mediante un truco muy simple. Evitamos hacer algo que tenemos que hacer y que es muy importante justificando que hemos invertido nuestro tiempo en hacer otra cosa que también es importante.
El problema es que la tarea que hemos dejado de hacer es todavía más importante que la que hemos hecho.
Es una pirueta psicológica de terribles consecuencias, porque en realidad hemos invertido nuestro tiempo trabajando, hemos hecho algo importante que debía ser hecho y es muy sencillo justificar ante un tercero en que hemos estado trabajando. Es difícil que alguien te reproche este tipo de procrastinación en tu entorno laboral.
El problema se agrava cuando vamos empujando la tarea al fondo del cubo de la gestión del tiempo. Siempre tenemos tareas importantes que pueden exculparnos de la tarea extremadamente importante que no nos apetece hacer, por lo que es una situación que puede prolongarse indefinidamente en el tiempo hasta que la no realización de la tarea se convierta en un problema.
¿La solución? No perder el foco. Ser fiel a nuestra escala de prioridades y no olvidar nunca que la tarea que está en el puesto uno es la tarea que hay que terminar antes de atacar la de prioridad dos. No autoengañarnos y ser fieles a nuestro propio sistema.
Si conseguís superar este problema ¡enhorabuena! Habréis conseguido superar algo con lo que llevo lidiando años y que me cuesta mucho gestionar ;)
Me has pillado!