Consideremos la definición tradicional de la productividad.
La productividad es la relación entre lo que producimos y los recursos que empleamos en producirlo.
Todos los recursos pueden traducirse en tiempo o en dinero. En realidad, en un sentido no muy estricto podemos traducir el tiempo en dinero. Por tanto la productividad es la relación entre lo que producimos y lo que nos cuesta el producirlo.
Este es el corazón de la cuestión: ¿cuánto nos cuesta realmente producir algo?
Por suerte o por desgracia, he pasado por muchas empresas y en casi todas me he encontrado que la empresa tienen contratados servicios que realmente no utiliza o gasta dinero en cosas que realmente no necesita o cuyo impacto en la productividad no se corresponde con el dinero que cuesta.
El problema es que normalmente muchos de estos gastos no son atribuibles a una persona o departamento en concreto, sino que son gastos generales de la empresa y nadie es directamente responsable de ellos. Pero alguien tiene que dar un paso al frente.
Por tanto, el paso número uno para mejorar la productividad de una empresa debe ser separar los gastos superfluos de los gastos importantes y determinar de cual de estos gastos se puede prescindir. De esta forma, eliminamos el gasto estructural y reducimos el coste de producción, aumentando la productividad.
Se que es muy fácil decirlo y muy difícil hacerlo, pero seguro que si os interesa este tema en esta lista encontráis que vuestra organización incurre en alguno de los gastos estructurales típicos de los que se pueden prescindir:
- Tener varias líneas de teléfono
- Cambiar los ordenadores cada 2 o 3 años. (soy programador y os aseguro que no hace falta)
- Servicios web que no nos aportan nada
- Herramientas de pago que ya no utilizamos
- Publicidad ineficiente
- Asistencia a reuniones y congresos que no repercuten en un beneficio real
Puede que el coste mensual de cada uno de estos gastos sea pequeño, pero sumados todos y multiplicados por 12 meses pueden arrojar una cifra digna de considerar.
En general, todo lo que no nos ayude a producir más, a mejorar las condiciones de trabajo o a vender más, puede ser eliminado. Solo con eliminar las cosas superfluas mejoramos la relación entre capacidad de producción y coste de producción, aumentando la productividad.
Saludos Daniel,
mi experiencia también está trufada de las ineficiencias que comentas. Y es directamente proporcional al tamaño de la empresa. Añado a tu lista:
– Herramientas corporativas sobredimensionadas (ERPs, CRMs,…)
– Carencia de criterios comunes de gestión de la información
Y una especialmente dañina:
– Inexistencia / ineficiencia de políticas de valoración del desempeño. Porque cuando los que valen y empujan ven que los que no valen y no empujan progresan en igualdad o superioridad de condiciones,… la implicación y la productividad de todos decae.
Tienes mucha razón en la parte de valoración del desempeño.
Es una guerra que he decidido librar varias veces pero siempre topa con el mismo problema: la fata de métricas claras para medir la productividad real de las personas en la mayoría de las empresas. Esto es especialmente cierto en trabajos creativos o con un fuerte componente intelectual, los que solemos llamar «trabajos del conocimiento»
Normalmente una empresa mide las horas de entrada y de salida, pero el resto de factores son bastante subjetivos y están sujetos a interpretaciones. Esto hace que determinar si el coste de una persona (tratada como recurso) se ajusta con su capacidad de producción real o incluso comparar a dos personas en puestos similares.
Sobre implicación ni hablamos…