Todos los trabajos, sean de la naturaleza que sean, deberían estar regidos por objetivos. Podéis encontrar un montón de motivos que apoyan esta teoría por internet sin demasiada dificultad.
Aquí os resumo los que yo considero más importantes.
Es más fácil medir los resultados
Uno de los mayores problemas que nos encontramos a la hora de medir si un equipo hace bien su trabajo es la falta de parámetros que nos permitan medir su trabajo. Los objetivos son una base ideal para establecer métricas relacionadas con el tiempo como productividad / hora o coste / recurso.
Es más sencillo establecer ciclos de trabajo
Algunos trabajos tienden a convertirse en alocadas carreras de fondo en la que todo el mundo trabaja a destajo al máximo de su capacidad indefinidamente, lo que al final termina quemando a los equipos de trabajo y se traduce en rotación de personal.
Si trabajas por objetivos todas las personas implicadas sabrás cuando deben apretar en el trabajo y cuando pueden tener días más relajados para dedicarlos a tareas complementarias como formación, investigación o formación.
También resulta sencillo establecer los períodos óptimos para coger vacaciones
Las necesidades de refuerzos puntuales son más evidentes
Como los momentos de mayor carga de trabajo son previsibles y es sencillo comprobar si es posible la consecución del objetivo fijado con los recursos existentes, es mucho más fácil saber en qué momentos se necesitarán refuerzos en determinadas áreas e iniciar los procesos de selección con antelación. Recuerda que más vale prevenir que curar en Recursos Humanos.
Asimismo, como la contratación de refuerzos puede estar sujeta al propio objetivo, pueden reescalarse los equipos en los momentos apropiados.
Puede funcionar como herramienta de motivación
Alcanzar un objetivo es siempre motivo de alegría y levanta la moral en una empresa. Soy un gran defensor de la teoría de las pequeñas victorias como elemento central de las estrategias de motivación en el trabajo.
Sabes por lo que estás trabajando
Es difícil trabajar todos los días sin un objetivo claro en el horizonte. Solamente hay un mar de tareas a tu alrededor pero no hay ninguna costa a la vista hacia la que puedas nadar para establecer hitos y tomarse respiros.
Trabajar con un objetivo en mente ayuda a mantener el foco en lo que estás trabajando, lo que repercute en una mayor facilidad para alcanzar niveles óptimos de concentración y una mejora natural de la organización.
Lo realmente complicado en algunos trabajos es establecer cuáles deben ser concretamente los objetivos, pero os animo a intentarlo porque sus resultados son tan positivos que bién merece el esfuerzo.
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